lunes, 11 de noviembre de 2013

Escuadra y cartabón

El año pasado por estas fechas tenía muy reciente la experiencia de haber pasado unos días estupendos en Valencia con motivo el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, evento que demostró haber estado muy cuidado en el antes y el durante. Por desgracia, no parece haber sucedido lo mismo con el después, al menos en lo visible, pues los restos del post-congreso parecen haberse diluido.Prueba de ello es, por ejemplo, la desaparición de su página web. En fin,solo Dios sabe los frutos que está dando.

En aquel puente de Todos los Santos de 2012 tuvo lugar la desgracia del Madrid Arena; ya saben, aquella fiesta de Halloween en la que se admitió más gente de la debida y, a causa de esto, se produjo una avalancha en la que decenas de jóvenes se aplastaron durante unos momentos fatales. Nos fueron llegando noticias de las jóvenes que habían fallecido o estaban en estado crítico, y en las eucaristías y oraciones de aquel congreso las tuvimos presentes. Fue por boca de monseñor Osoro que conocí los nombres de quienes, hasta ese momento, a través de los medios de comunicación, solo había conocido el número.

Imagen: commons.wikimedia.org
Monseñor Munilla también las mencionó en su conferencia, que fue de las más aplaudidas del Congreso, aunque también de las más discutidas (es lo que ocurre cuando uno dice las cosas tan claras). Y al referirse a las víctimas del Madrid Arena, y entre ellas a Belén Langdon, de familia católica, vinculada al Opus Dei, con un hermano recientemente ordenado sacerdote y otro en el seminario, hizo un comentario que aun hoy tengo presente: «No existen límites trazados con escuadra y cartabón entre los jóvenes católicos y el resto de los jovenes».

Qué acertado estuvo. No existen, y si las vemos, algo falla. Nada que interese, atraiga o preocupe a nuestra generación nos ha de ser ajeno. Lo cual no quiere decir que nos ajustemos a la mentalidad que esté de moda. Siempre ha sido lo propio del católico estar en el mundo pero sin ser del mundo. Si falta algo de esto, podemos acabar con una especie de esquizofrenia, divididos entre nuestro yo de la iglesia y nuestro yo de casa,nuestro yo de la familia y nuestro yo de los amigos,nuestro yo del fin de semana y nuestro yo de diario,nuestro yo del trabajo y nuestro yo del ocio. Y cuando uno está dividido,más fácil es que las cosas se vacíen de significado.

El Papa Francisco lo dijo de un modo muy gráfico en su ya célebre discurso a los jóvenes argentinos durante la JMJ de Río de Janeiro: «No licúen la fe en Jesucristo; la fe es entera, no se licúa».

Cuantas más fronteras pongamos entre nosotros y los demás, más las acabaremos trazando en el interior de uno mismo. Y un cuerpo dividido difícilmente podrá sobrevivir...

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